martes, 22 de agosto de 2017

¿REFORMA O REVOLUCIÓN DEMOCRÁTICA?

José María Carmona

¡Que se vayan todos!, fue el grito del pueblo  argentino en el 2001 cuando estallo la crisis del "corralito"  y las cuentas bancarias de los ahorradores fueron congeladas, entonces los trabajadores de este país salieron a las calles para repudiar a la clase política de aquel país ante la crisis política provocada por una política para mantener el peso argentino equivalente a un dólar.

Esta misma consigna se puede aplicar hoy tanto al gobierno de Peña Nieto como a todos los partidos políticos y a la misma clase política del país, ante la crisis del régimen político y social.

Hoy todos los políticos hablan del agotamiento del régimen político y que en la próxima elección presidencial, ningún  partido o coalición no ganara con más del 30 por ciento de la votación.

Las alternativas que tendrá el electorado del país son muy pobres, solamente tres, el candidato del PRI, López Obrador y su famosa Morena y el anti natura Frente Amplio Democrático impulsado por el PAN y el PRD, algo esquizofrénico, la derecha conservadora en alianza con la izquierda más conservadora.

Las tres alternativas electorales para el 2018 no ofrecen nada, por una parte el PRI con ahora  su posible candidato José Antonio Meade, el cual se encuentra destapado pero a su vez todavía no le pone el dedo Peña Nieto.

Es que  Meade representaría lo  más "inmaculado" del PRI, en medio de los escándalos de corrupción del gobierno Peñista.

Cuando todo estaba planchado el sábado pasado, brinco el escándalo de Emilio Lozoya por haberse dejado sobornar por la empresa brasileña Odebrecht por 14 millones de dólares a través de triangulaciones financieras en bancos de países del Caribe, de los cuales 4 millones fueron supuestamente a parar a la campaña electoral  de Peña Nieto según el diario O´ Globo  de Brasil a través de un testigo protegido o premiado de acurdo a la justicia de aquel país.

De esta manera todo lo alcanzado en la Asamblea Nacional del PRI quedo manchado por la magnitud del escándalo y las repercusiones que tendrán de aquí para delante.

Meade representa la continuidad de la estabilidad financiera que es lo mismo de un crecimiento económico del 2 por ciento anual en promedio para la economía mexicana, es decir, más de lo mismo del modelo neoliberal; estabilidad financiera, bajo crecimiento económico y pobreza al mismo tiempo más violencia para la mayoría de los mexicanos.

Por su parte López Obrador es una caricatura del dictador venezolano Nicolás Maduro y su neopopulismo senil no ofrecerá un gobierno de grandes transformaciones, ni  mejoría para la mayoría de la población, además de sus escándalos de corrupción y sus alianzas con lo más conservador de los empresarios a los cuales no les tocara sus capitales ni con el pétalo de una rosa ni mucho menos se plantea echar abajo las famosas reformas estructurales.

El neopopulismo senil, tampoco puede ser como el de los gobiernos de izquierda de América Latina hoy en crisis, porque no contara con excedentes financieros derivados de los recursos petroleros o de una mayor recaudación fiscal producto de una profunda reforma tributaria que le permitiera aumentar consideradamente la inversión pública y el  gasto social para general un aumento considerable de la inversión productiva y del empleo. Es por ello que tampoco López Obrador representa una alternativa para el electorado en el 2018.

Por su parte el engendro que saldrá del Frente Amplio Democrático, tal vez ofrecerá en el aspecto económico financiero una continuidad de la política neoliberal atenuada con una política más activa de carácter social pero sin grandes reformas económicas de carácter redistributivo que disminuya en el mediano plazo la concentración del ingreso y el combate a la pobreza porque el país no contara con los suficientes excedentes fiscales para financiar la expansión del gasto público y particularmente el social.

Hoy todas las fuerzas  políticas del país coinciden que hay que cambiar el régimen político el cual está agotado, pero el secreto es cómo; si se hace mediante un acuerdo entre las mismas fuerzas políticas antes o después del 2018 para garantizar la gobernabilidad democrática esto sería una reforma de carácter democrático es decir desde arriba hacia abajo, pero si el descontento  social y el repudio de la mayoría de los ciudadanos se expresa a través de grandes movilizaciones sociales y una votación pulverizada en el 2018 donde nadie obtenga una mayoría suficiente para garantizar la gobernabilidad esto sería un cambio del régimen político surgido desde abajó a esto se le denomina revolución democrática esa es la interrogante hoy ante la crisis política: la pregunta es  ¿reforma o revolución democrática?        

      

         

         

 


No hay comentarios:

Publicar un comentario