José María Carmona Un nuevo proceso revolucionario irrumpió en el norte de África, donde se documentó el pasado 17 de diciembre cuando el joven Bouazizi se prendió fuego en protesta porque la policía de Túnez destruyó su carro de verduras con que se mantenía, este incidente provocó una verdadera revolución por parte de la juventud tunecina, ya que en este país son millones los jóvenes graduados en las universidades que no encuentran empleo y se ven obligados a recurrir a trabajos precarios o marginados. La muerte de Bouazizi se dio en un contexto de creciente protesta en un país de 10 millones de habitantes y que en los años 50 todavía era una colonia francesa, este hecho desató la furia de miles de personas en la capital de este país y en otras ciudades importantes. Miles de hombres y mujeres, fundamentalmente los jóvenes salieron a pedir la salida de Zine el Abidine Ben Alí, el presidente del país tunecino que llevaba más de 23 años en el poder. La represión por parte de la policía no se hizo esperar y empezó a golpear y a disparar contra las manifestaciones multitudinarias, según algunas agencias de noticias fueron más de 60 muertos que se registraron durante la revuelta; finalmente el presidente el 14 de enero cayó y así se consumó la primera revolución de carácter democrático en África del Norte. En esta revuelta popular participaron miles de trabajadores de aquel país que fueron aparte de la juventud, la fuerza principal del derrocamiento del dictador por lo que se puede considerar por su contenido social también una revolución obrera y popular. Este hecho político tan solo sería el prólogo de la gran revolución que está llevando a cabo el pueblo Egipcio contra el presidente Mubarak quien lleva 30 años en el poder y ha controlado el descontento de las masas egipcias mediante la represión. El proceso revolucionario de Egipto va más allá de sus fronteras, debido a que trastoca la geopolítica no sólo en el medio oriente sino también en el sur de Europa y como ya se mencionó el norte de África. Egipto fue el primer país árabe que firmó la paz con el Estado sionista de Israel y constituye un pilar de estabilización estratégico para el imperialismo norteamericano, esta revolución egipcia sacude y atemoriza al gobierno norteamericano de Obama que al conocer los alcances revolucionarios salió a proponer una "transición democrática" para evitar que el gobierno de Mubarak cayera vertiginosamente ante el empuje revolucionario de las masas egipcias. La causas principal de la insurrección es que es el aumento hasta en un 80 por ciento de los precios de los alimentos y las gasolinas lo que ha llevado prácticamente al pueblo egipcio a un estado de desesperación y furia contra el gobierno dictatorial, más de un millón de personas por casi 14 días consecutivos se han concentrado en el Cairo y en la plaza de la liberación exigiendo la salida del dictador sin que el gobierno y el ejercito las pueda contener. Otros elementos importantes son en primer lugar que el ejército no ha podido intervenir para reprimir las movilizaciones y prácticamente se encuentra desmantelado y en una crisis militar absoluta, y el segundo es que la economía se encuentra parada por la huelga porque miles de trabajadores han abandonado las fábricas para sumarse a las protestas. Con este proceso revolucionario en curso, inicia una revolución democrática encabezada por los jóvenes y los trabajadores que se extenderá hasta el medio oriente, quedando amenazados el estado sionista de Israel además de los gobiernos de Irán y de Irak lo que constituiría una derrota para el imperialismo yanqui. Cabe señalar que por el canal Suez transita el 80 por ciento del comercio internacional mundial, además que en la región se encuentran los yacimientos de petróleo más grande del mundo, es por ello que el gobierno norteamericano no está dispuesto a que la revolución egipcia triunfe. La propuesta del gobierno norteamericano para que Mubarak abandone el gobierno y se nombre un gobierno de transición no puede ser consecuente, tratará de sostener a Mubarak hasta el último momento, la salida controlada a la crisis pasaría por un gobierno con los Hermanos Musulmanes organización fundamentalista de la burguesía egipcia, con lo que el imperialismo está dispuesto a convivir con el fundamentalismo árabe para contener el proceso revolucionario de las masas egipcias. Pero también hay que tomar en cuenta a dos expresiones políticas reconocidas internacionalmente, la Hermandad Musulmana y el diplomático Mohamed el Baradei, el presidente de la Agencia Internacional de Energía Atómica quienes se unieron a las movilizaciones y con ellos se busca negociar una "salida pacífica" a la crisis. Por lo anterior es necesario llamar a la solidaridad internacional de los trabajadores y jóvenes de todo el mundo para que la revolución egipcia pueda triunfar y alcanzar libertades democráticas, a nivel local hay que convocar a un comité de solidaridad, organizar debates y conferencias sobre esta monumental revolución que ya sacude al imperialismo yanqui. |
lunes, 7 de febrero de 2011
SOLIDARIDAD CON LA REVOLUCION EGIPCIA Y ARABE
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